Viviana Palacio Docente tutora Programa Todos a Aprender
De acuerdo a McMillan, la evaluación sumativa puede ser tomada como un “punto de referencia” la cual por si sola sirve para registrar, estandarizar y obtener un resultado como producto final. En este tipo de evaluación el aprendizaje es global y no individual, carece de retroalimentación. El aprendizaje depende del resultado obtenido en la evaluación al cual se le asigna una calificación. Esta evaluación se realiza en un solo momento, generalmente al finalizar un proceso con el fin de medir o comparar respecto a algo. A esta categoría hacen parte las evaluaciones externas, cuyos resultados tienden a comparar y controlar.
Lo anterior daría cuenta de una evaluación poco efectiva para el aprendizaje de los estudiantes, sin embargo puede tornarse una herramienta eficaz si los resultados que se obtienen son el paso para realizar ajustes y contribuir al mejoramiento de la calidad educativa. Es decir, la evaluación sumativa cobra sentido si sus resultados son analizados con el fin de promover acciones concretas para el mejoramiento de determinado aspecto.
La evaluación formativa, se realiza durante todo el proceso de enseñanza y aprendizaje, además debe recurrir a múltiples formas y ser insumo para retroalimentación constante al estudiante, de esta forma “…la evaluación que se realiza de los educandos en el aula debe concentrarse en los sucesos del día a día, en observar y buscar información para establecer cómo están aprendiendo los estudiantes; qué necesitan aprender; dónde es necesario aclarar, reforzar o consolidar conceptos y procesos, entre otros, para contribuir a formarlos como seres competentes. Este tipo de evaluación tiene una naturaleza formativa tanto para docentes como para estudiantes y su propósito fundamental es brindar información para que los maestros vuelvan a mirar sus procesos de enseñanza y los educandos enfaticen y consoliden sus procesos de aprendizaje”(MEN, 2009, p. 17).
Para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa, se deberían tener en cuenta varios aspectos encaminados a la motivación del estudiante, a la identificación de fortalezas y debilidades para planear maneras de mejorar, fomentar la autoevaluación y coevaluación, promover la evaluación como una oportunidad y no como una sanción.
Una de las estrategias es la formación a los docentes, para que identifiquen estos tipos de evaluación y las apliquen formativamente. Si los docentes no tienen claridad de los beneficios de la evaluación, carecen de herramientas efectivas para usarla en el aula en favor, no solo de los aprendizajes, sino también de las prácticas de enseñanza. Una forma sería la que plantean Black y William (1998) “Lo que los maestros necesitan es una variedad de ejemplos de aplicación viva, tales como los que usan los profesores con los que ellos podrían identificarse y de los que podrían obtener la confianza de que se puede hacer un mejor trabajo. Ellos necesitan ver ejemplos de lo que mejor se hace en la práctica (p.13).
Otro aspecto sería considerar en las prácticas de aula algunas técnicas de evaluación, con las cuales se obtienen registros durante el proceso de aprendizaje y sirven de insumo para la retroalimentación formativa, algunas técnicas son: guía de observación, el diario de clase, organizadores gráficos, portafolios, rúbricas, listas de cotejo, pruebas escritas, entre otras.
También se hace relevante promover entre los estudiantes estrategias metacognitivas que les ayude a valorar y reconocer su proceso de aprendizaje para de esta forma regularlo. A la par es preciso promover las habilidades para trabajar en equipo reconociendo las ideas del otro como colaboradores para la construcción del conocimiento.
La comunidad educativa, especialmente los docentes deben considerar la variedad de estilos de aprendizaje tanto de él como de sus estudiantes, con el fin de promover las estrategias pertinentes que lleven al mejoramiento de la calidad educativa.
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